Sobre las luces de la ciudad
Se oscurece el mundo
Quieta, callada en la oscuridad
Lo observo todo.
En estas nuevas venas
Corre un rio de lodo
Lleno de cuerpos sin almas,
Rellenos de excremento.
En la cima yace
El títere de un puerco,
Hermoso y elegante
Sentado sobre un pueblo.
Un pueblo hecho de cenizas
Poblado de miseria y cobardía.
Donde solo ruedan cabezas
Y la justicia es una fantasía.
El sol ya no quiere salir
Y si sale no se mira,
Los ojos cuelgan sin sentir,
Sobre ramas sin vida.
Aquí no existen niños
Solo armas nucleares.
Aquí los vivos son espíritus
Y los muertos gobernantes.
Del excremento que comen.
Anabel Anguiano